Lo patológico de este asunto es que antes, durante y después
de la demencial guerra ambos bandos se
creen amos de la verdad absoluta y del poder absoluto, risible asunto porque
los científicos se matan los sesos para enunciar postulados, teorías y probabilidades mientras
que los necios se creen con la certeza
de una verdad revelada por una supuesta inteligencia superior. Peor aún, no se
creen victimarios de nadie, ni culpables o perpetradores de nada ni sienten
remordimiento por el sufrimiento de las víctimas de su orgia de guerra.
En ese orden de ideas, en el congreso de Colombia sucede
igual que en cada esquina de barrio, arriba es igual que abajo, los empresarios
del conflicto y la guerra se juntan para reeditar y reprogramar sus odios, e
igual que sucede con los fundamentalistas sionista-musulmanes, quienes
empezaron sus conflictos con una honda y ya amenazan con usar sus bombas atómicas,
al igual que ellos, en la primera reedición Colombiana los bandos se emplazan a
la revancha y quizás seguirán hasta eliminar sus opositores.
De modo indefectible Colombia sabe que detrás de Álvaro
Uribe están los empresarios de la guerra, esa y no otra, es la razón por la
cual este enclenque personaje se siente tan poderoso, así se sentía
también otro chiquitín, era Napoleón, hasta que la poderosa mafia monetaria de
siempre lo aseguro en Santa Helena. Lo que Uribe no sospecha es que esa misma
mafia monetaria global preferiría a JM Santos, y no a él para regir sus preceptos de poder en
estos lares, Uribe al igual que George W
Bush son unos barbaros que los mata el hambre de poder, arriesgan todo y por
esa voracidad incontenible la mafia monetaria global podría perderlo todo de un
santiamén. Los pillos de la supra-mafia no son tan idiotas para arriesgarse a
extremos. De hecho el movimiento contra
esta supramafia de wall-street demostró su potencia arrasadora, en efecto el
corporativismo de la trilateral, el bilderberg Group y la CFR se las ingeniaron
deponiendo Bush y a Uribe, treparon a Obama y a JM Santos al poder mientras que
atizaban guerras en el magreb nor-africano para sacudirse de estos movimientos
sociales en Europa y Norteamérica. Entre tanto, en Colombia Uribe traicionaba a
sus aliados paramilitares para mostrar sus manos lavadas a la supremacía
monetaria global, no obstante, la mafia monetaria criolla y una recua de
empresarios del crimen le dan su respaldo ineludible a Uribe.
Lo trágico de esta comedia consiste en que a los
Colombianos parece no entrarle en su memoria el legado criminal de estos
empresarios de la guerra: los corruptos que pasaron el erario público a sus
arcas, los mismos que hoy cambian votos por empleo, aumentan sus riquezas con la
industria de la guerra y demás negocios, esos empresarios cuentan con el
auspicio de parapolíticos Colombianos, muchos de los cuales están prófugos de
la justicia, otros procesados y muchos merodean en el poder gozando de total
impunidad.
Sin embargo, la paz no llegara ignorando a los amos y
empresarios de la guerra. La paz precisa de dos cosas: hacerla con opositores
(con ambos bandos) y que la protagonice el pueblo. No que tenga a los
perpetradores de la guerra como protagonistas. El protagonista de la guerra fue
el perpetrador y el de la paz ha de ser quien sea capaz de neutralidad para
reconstruir los tejidos rotos por la guerra. Ese es el papel de la sociedad
civil, la academia y los amigos de todo
el mundo. La paz hay que hacerla con la presencia de los protagonistas del crimen
histórico en Colombia: los parapolíticos, los empresarios que se han lucrado y auspician
la guerra, los militares que la hicieron, los conspiradores que la siguen
haciendo y promoviendo…porque de lo contrario es inútil cualquier esfuerzo, en
consecuencia, ya sea en el congreso, en la habana o en la esquina de barrio estarian
hablando m...porque los hacedores de la guerra la reemprenderán cuando les
venga en gana.
Segundo, la guerra deja heridas, patologías y odios que
atentan por siempre con el propósito de paz de prescindir de lo que desune y
discernir lo que une. Así pues, basta considerar que ambos bandos se sienten
vencedores para colegir que será inexorable la tendencia a perpetuar y reeditar
la lucha de contrarios. Por tanto, es a la sociedad civil y su potencialidad de
empoderamiento a quien compete garantizar la dignidad de las víctimas de ambos bandos y a los de la
misma sociedad civil. El poder en manos de uno de los dos bandos es falacia. No
resuelve nada. No es garantía de equidad social. Profundiza la desigualdad
social y amenaza con reeditar guerras y conflictos sociales.
Un verdadero
cambio implica cambios culturales-estructurales en lo económico, lo social, lo político.
Esto es posible solo repensando el asunto monetario que predetermina tales
cambios. Una moneda social en el
contexto de un pacto social y político haría de Colombia una nación del tamaño de
los sueños de todos sus ciudadanos: pujante, desarrollada, líder a escala
mundial. Eso es lo que los fieles de uno y otro bando, tanto como los que no están
en bando alguno, nos merecemos por igual. He aquí una mancomunada empresa de
sinergia social y política sin distinción de razas, credos, estatus de ningún orden
ni ralea de ninguna clase.