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sábado, 3 de enero de 2015

La moral hipócrita en la sociedad "cartelizada"

La moral hipócrita en la sociedad "cartelizada" ha venerado y cebado a la crema, cuerpo y nata del cartel parapolítico Colombiano, quienes a fuerza de tramoya han estipulado que las FFAA Colombianas están huérfanas de intelectuales con sabiduría suprema. En su imaginario de héroes idealizan indefensos y ateridos de miedo a las FFAA implorándoles al supremo regente (a ellos): " Oh y ahora quien podrá salvarnos?"…maravilloso! y ahí están ellos, los héroes parapolíticos. Salvaguardas de la patria. Lo patético del asunto es la pretensión heroica de estos jerarcas de la mafia parapolítica, lo cual da al traste con la real fenomenología y sensibilidad social de/por y para con nuestras fuerzas armadas. Lo trágico para los militares  que pretenden  ayudar es que con ese tipo de defensores tan retorcidos son más los daños que beneficios prodigados al sector castrense, a la nación y al pueblo que las FFMM representan. De modo indefectible, ese episodio en el que la crema, cuerpo y nata del cartel parapolítico Colombiano pretende salvaguardar a las FFMM  ilustra una tragedia macondiana en la Banana Republic.



La sociedad civil Colombiana esta hastiada de crímenes causados por todas las doctrinas en pugnas por el poder a través de nuestra historia, en las ultimas 5 décadas todos los  sectores armados legales e ilegales se ensañaron contra el pueblo; por tanto, la paz ha de llevar la impronta civil. Se requiere mucha contrición, mucha verdad y reparación, una profunda sensibilidad social, mucha capacidad para prescindir lo que desune y discernir lo que une, todo ello a fin de construir unidad en la diversidad, al cabo del cual, amerita desencadenar procesos sinérgico-sociales para hacerle frente a los nuevos desafíos de una nación pujante y progresista que construye su identidad inter-intra-transcultural de por y para la "sociedad de la paz y la justicia social".  No se requiere imponer la exclusiva voluntad de los perpetradores (actores armados en guerra), no de quienes se crean vencedores (ambos bandos), no de los amos del gran botín de la guerra (cartel parapolítico),  no de los alzados en el poder político (gobernante regente), no de los mercaderístas criollos, no ha de ser el producto de componendas excluyentes entre fuerzas amigas, enemigas o beligerantes.



Pese a ello, en el proceso de paz de carácter civil que habría de iniciarse cuando finalice el show de paz del gobierno regente y fiel al cartel monetario global, JM Santos; evento en el que todos los actores de la guerra interna (guerrillas, parapolíticos, gobierno, paramilitares y fuerzas armadas) han de jugar un roll tan importante como el jugado en la guerra. Mientras tanto, las víctimas no son exclusividad de uno u otro bando, las victimas están representadas en la sociedad civil en tanto que cuerpo soberano. Sociedad civil y verdad historica son unidad biunivoca. Por tanto, la verdad vale mas y rinde mas  frutos que un dia de carcel para cualquier actor armado. Llegado el momento culminante y feliz de construir la paz en consenso entre actores del conflicto y la sociedad civil, excepto las violaciones flagrantes al DIH y dado el consabido aporte a los procesos de verdad histórica, de justicia y reparación a las víctimas, entonces ni los miembros de las FFAA, ni parapolíticos, ni paramilitares, ni los guerrilleros deberían pagar ni un solo día de cárcel, sera un pacto historico y sin la preponderancia de la la moral hipocrita, todos los que fueron excluidos o fueron victimas en el pasado estuvieron activos en la guerra, en el devenir estarán ocupados en reparar los tejidos sociales-económico-culturales rotos durante decadas de confrontación. Sobre aquellos perpetradores activos que no se dispongan a la paz, a la verdad y la reparación ha de caer todo el peso de la ley.



Vista así las cosas, lo menos que necesitan aquellos militares que cometieron errores en el ejercicio de sus funciones es el auxilio de profetas mafiosos del crimen, ni ser victimas de la tramoya y el pillaje. La razón: el cartel parapolítico en tanto que perpetradores de la guerra está en peor condición que algunos actores de la guerra, muchos actores armados de todos los orígenes se han arrepentido o aportado valores y verdades al proceso de catarsis por la paz en Colombia, nada de eso ni nada parecido han hecho los perpetradores del cartel parapolítico, peor aún, muchos de ellos ni siquiera se creen eslabones del fenómeno sistémico perpetrador de corrupcion, de delitos, de abusos contra la nación, no se perciben como cabecillas en el crimen de perpetuar la guerra que tanto agencian y promueven. Lo que requiere nuestras FFAA es modernizarse y agenciar sus aportes en la venidera "sociedad de la paz y la justicia social". No tramoyas de un cartel parapolítico donde pululan prófugos, prisioneros, procesados y bandidos gozando de impunidad en mora con la justicia.



Los jerarcas del cartel parapolítico y su frente mediático van tras el gran botín civil: desencadenar indiferencia civil ante los perpetradores del cartel mafioso y sembrar odio civil contra sus opositores políticos. En este orden, dado que la indiferencia civil frente al dolor de todas las víctimas en Colombia es lo que alimenta a los perpetradores, y dado que estos barbaros devienen trogloditas tanto cuanto más deleitan el nauseabundo hedor de la guerra, por ende para ellos prolongar la guerra es solo cuestión de  cultivar la indiferencia civil y honrar la moral hipocrita. En las ultimas 3 décadas eso evolucionó de la siguiente forma: en los 80s, 90s y la década pasada cada vez que los agentes criminales del Estado y/o los paramilitares asesinaban a un líder social (educador, juez, sindicalista, campesino, civil o simple líder comunitario) de inmediato las FFAA y de policía salían a justificar por los medios de comunicación los móviles del asesinato, de facto los policías y militares devenían investigadores, fiscales, juez y parte.  Al dolor de las víctimas y sus familiares seguía la afrenta Estatal, y a esta última la indiferencia civil. La gente se daba por enterada "de la realidad" gracias a  los infundios de la mass-media.  Así  se llegó a la legitimidad del paramilitarismo, después siguio la conquista del poder parapolítico en todas las esferas y en lo sucesivo a la impunidad disfrutada hoy en dia por los miembros de este cartel criminal. En realidad resultó una tarea fácil para estos tránsfugas apoderarse de la institucionalidad política Colombiana, y de hecho son tránsfugas porque son delincuentes en ejercicio y en total impunidad.



El sistema perpetrador parapolítico no lo lidera una persona o grupos de personas con voluntad independiente o aventurera, así que desmovilizarlos es un asunto de inteligencia social, ello en virtud de que la cultura mafiosa o sociedad "cartelizada" es un fenómeno sistémico en el que intervienen muchos actores y factores. Allí participan los que alimenta este cartel mafioso: desde la mass-media hasta los que accionan el gatillo. Los parapolíticos son quienes en últimas se lucran con el poder conseguido a expensas del accionar de ex-paramilitares desmovilizados y activos (actual bacrim).

Es  la crema, cuerpo y nata del cartel parapolitico: la crema es la mass-media (Plinio, Rangel y Londoño), la nata son los estrategas y legisladores (Uribe y el procurador), el cuerpo son los voceadores y empresarios del crimen (Pacho Santos y mercaderístas o contratistas privados). Todos ellos propugnan por perpetuar la impunidad de la cual gozan los capos del cartel parapolítico.



La moral hipócrita en la sociedad "cartelizada" se quiere lucrar con los errores de nuestros soldados y la indiferencia civil, buscan pescar en rio revuelto, quieren capitalizar los excesos, arbitrariedades y desvaríos de muchos militares, pregonan que se pretende rebajar a los militares tratandolos igual que a los guerrilleros como si el accionar de ese cartel parapolitico no hubiese inducido a las FFAA a cometer los peores crimenes de nuestra historia reciente, quieren hacer  gala de su  "autodenominada" inteligencia superior para enternecer  a las FFAA en su emprendimiento guerrerista. (Ver Plinio Apuleyo héroe del cartel parapolítico).

Esa empresa "cartelizada" ha recurrido al poder mediático para que diversos delitos, sabotajes y atentados al actual proceso de paz  no se parezca a  un asunto de guerra sino a un clamor de paz: infiltraciones al presidente JM Santos, hackers para la guerra en nombre de la paz, un general en ejercicio atravesando con sandalias y pantaloneta la selva atestada de guerrilleros... es la moral hipócrita del cartel parapolítico  (ya legitimado en la sociedad y sus instituciones) la que permite vender falsas expectativas a los incautos civiles o a los militares que se hallan en la encrucijada misma de una sociedad "cartelizada".



La sociedad civil no necesita  mediadores para rendir honores a sus FFMM. Sin excepción, todos los militares Colombianos merecen los honores, las oportunidades y los espacios que los gobernantes mafiosos del cartel parapolítico les han negado: de modo indefectible el irrestricto apoyo civil a nuestras FFAA va unido al clamor civil de empleo, dignidad y soberanía en la "sociedad de la paz y la justicia social". Civiles y militares por igual debemos darle el respeto, el amor y la protección a nuestra patria que los transfugas del cartel parapolitico le han negado y le siguen negando.

jueves, 1 de enero de 2015

Cartel Parapolitico: Patologia Social Vs Inteligencia Social Colectiva

No es innombrable ni merece pleitesias, se llama Alvaro Uribe, quien al Igual que los demás barones del cartel parapolítico criollo son poca cosa, y tarde que temprano los tránsfugas que aun andan sueltos y gozando de impunidad serán puestos a buen recaudo por la justicia. Aunque Uribe sea de mucho cuidado por ser el colmo de la patria boba: procesado por la justicia y legislando, expresidente y defensor de tránsfugas, aun así vale tener presente que lo grave no es que el cartel parapolítico uribista sea el principal emprendedor de la Guerra, de la parapolítica y del caos que tiene a Colombia entre el síndrome social colectivo de felicidad y el caos social-político-económico y cultural. Lo grave es que en el fragor de la farsa denominada "lucha de contrarios", ardid principal de los actores armados (legales e ilegales), este cartel parapolítico se dedique a atentar contra la paz de una nación, a impedir a los Colombianos crear o encontrar su identidad, y todo eso no deja que la sociedad civil perciba a este cartel mafioso como perpetradores reales. En fin, dicho cartel se obstina en obstruir la sinergia social colectiva impidiéndole crear consenso frente a fenómenos sociales simples que afectan al ser, tales como el desempleo, la justicia social y la prostitución de la soberanía, porque al igual que sucedió con la desmembración de Panamá en el siglo pasado, en pleno siglo XXI parte de san Andrés fue cedida bajo la egida del secretismo y el oscurantismo de la corrupción en los últimos gobiernos. 


Pese a la poca importancia de cada capo parapolítico en el contexto del fenómeno global, el cartel parapolítico deviene un valioso as de la supra-mafia monetaria global, este cartel es además el escudero de docenas de parapolíticos encarcelados, de corruptos y delincuentes prófugos de la justicia, de escuadrones criminales (como los 12 apóstoles), de delincuentes juzgados y enquistados en el poder público como Londoño, y decenas de parapolíticos y otros servidores públicos que aun gozan de impunidad; este cartel parapolítico cree que los bandos armados se dividen en actores buenos (fuerzas armadas del Estado y paramilitares o bacrim) de un lado y actores malos (guerrilleros) del otro, he ahí la patología de lucha de contrarios en su oficio de hacer perenne la guerra. He ahí de porque la paz pactada entre amigos (paramilitares y el cartel parapolítico uribista) fue tan fácil como peluquear a un calvo o elegir congresistas parapolíticos.

Los cuatro enemigos del cartel parapolítico: En Colombia, quienes más armados están son quienes más custodiados viven y quienes más miedo tienen! A que le tienen miedo los miembros de este cartel parapolítico? Primero, a los socios del crimen paramilitar a quienes ellos han traicionado. Segundo a opositores armados a quienes han perseguido. Tercero, a los ex-socios del poder político que ese cartel considera traidores. Cuarto, a la justicia. Pues bien, en primera medida ese cartel sabe bien que la institucionalidad lo defiende de sus enemigos históricos (FARC) pero no hay quien lo defienda de sus ex-socios extraditados y vituperados, paracos a quienes en la era uribista paseaban por el palacio de Nari, por el congreso y los clubes de la elite, hoy los persiguen sin piedad y los fustigan. Cada paramilitar desmovilizado que abre la boca para evidenciar sus alianzas delincuenciales con el cartel parapolítico es “neutralizado” (eufemismo de asesinado), amenazado, puesto en la cárcel o desterrado. La lingüística y el influjo mafioso del cartel parapolítico en el poder se encarga de que los desmovilizados de las AUC se paraquizen en las Bacrim. 

Las guerrillas son los segundos enemigos del cartel parapolítico, y el cartel no cesa de tender celadas a los negociadores de los procesos de paz bajo el pretexto de salvar a Colombia de los terroristas contrarios, o sea que la paz del enemigo no es la paz deseada (por ellos), para el cartel parapolítico la guerra es el único destino para Colombia, con lo anterior el cartel parapolítico patenta que las FARC han sido, son, y todavía pretenden que sigan siendo su fuente divina de poder. Estos malhechores del cartel parapolítico evitaran la paz a toda costa porque no querrán perder la gallina de los huevos de oro, nada peor para ese cartel que la ausencia de un contendor extremista, lo que en efecto justifica sus entelequias contra la nación, ellos saben que deben seguir prolongando el poder mafioso de forma sistémica como lo han hecho por décadas, así de fácil es: prolongar la farsa de lucha de contrarios, que justifica guerras, que justifica un mesías en el poder, que justifica crímenes, caos, corrupción y todo tipo de barbaries, en ultimas que genera votos de opinión al cartel parapolítico cuando profetiza seguridad armada (más pie de fuerza, corrupción y guerra pagada por los incautos). El cartel parapolítico conoce de los efectos (efectistas), y al igual que su matriz global sabe imponer eufemismos (paz por guerra, libertad por seguridad, democracia por dictadura…) y así perpetuarse en el poder. 

En el tercer nivel de enemigos están los Santistas y otros disidentes del pacto político mafioso, herencia de la hegemonía politiquera tradicional o frente nacional, para quienes no hay perdón ni reconcilio por traición mutua. En el cuarto rango de enemigos esta la justicia como amenaza del cartel parapolítico, la cual no opera sin los enemigos anteriores, el cartel parapolítico sabe que ellos están más expuesto a sus ex-aliados políticos tradicionales que a los extremistas armados de ultra-izquierda. La razón: sus ex-aliados abundan en el poder jurídico, en las altas cortes, órganos de control y el legislativo, y estos son quienes más conocen sus alcances criminales, no olviden que a Vargas Lleras le explotaron una carta bomba en su cara, lo dramático fue que los Uribistas se lo endosaron a las FARC sin ambages. Macabra broma. Herencia de la patria boba, Vargas y muchos saben que de esta clase de amigos hay que cuidarse mucho y tendrá que dormir con un ojo abierto de por vida. 

El cartel parapolítico Colombiano sabe muy bien de guerras, tienen cartera propia en el gobierno de Santos, pero la más letal es la guerra lingüística, desde Uribe se ha legitimado el jetavulario del cartel parapolítico alimentando a los medios de comunicación con eufemismos. La Guerra de eufemismos cambia el nombre a instituciones criminales legales e ilegales, el DAS paso a llamarse otra cosa, los aberrantes crímenes del gobierno anterior fueron denominados falsos positivos, a los paracos les llamaron Bacrim y a los delincuentes políticos uribistas les llamaron perseguidos políticos: así pues, solucionar el incordio criminal le ha resultado a los barones del cartel parapolítico una simple cuestión de lingüística.

Justicia e intervención civil por nuestra patria. En qué momento estos bárbaros elegidos pueden gobernar, pensar en su pueblo, en la justicia social, en proteger nuestro país? Ellos no tienen tiempo para gobernar porque con tantos crímenes, corrupción, traiciones, delitos y tramoyas están ocupados de por vida en salvar su pellejo. Lo irónico del asunto es que este síndrome social colectivo de felicidad y de caos social-político-económico y cultural es sostenido por los feligreses que veneran los mesías que prometen redención política, de una u otra doctrina, cualquier doctrina (política, religiosa, militar o piadosa). Al final de cuentas son los feligreses quienes soportan la farsa denominada “lucha de contrarios”, y es la indiferencia colectiva lo que nos deja a merced de ese emprendimiento criminal, es el pueblo mismo el que fortalece al gobernante que transfiere el erario público a las arcas privadas de los socios y barones del cartel. Esa indiferencia es una tragedia de consecuencias abrumadoras, es letal que en todo círculo social se celebre la astucia, la viveza, la tramoya, el robo, la corrupción, el delito y la barbarie contra los mismos incautos gobernados. 

En la sociedad cuya moral suele izar los carteles mafiosos (sociedad cartel-izada) se elogia, se venera y se perpetúa al gobernante tránsfuga. Quien no roba mientras gobierna ha sido considerado tonto, quienes evidencian y denuncian a los corruptos son atacados con fiereza por los estandartes de la moral hipócrita y aliada a todas las expresiones criminales de poder. Muestra de ello es Ordoñez, el procurador que solo sanciona a los opositores del cartel parapolítico.

Este cartel mafioso y parapolítico tiene que responder ante la justicia, y aunque el voto de opinión en favor de los corruptos devino patología colectiva en Colombia la historia hará justicia, debemos reconocer que la opinión masiva suele equivocarse, recuerden que la historia nos dice que fue Barrabas y no Jesucristo el escogido por las masas para ser crucificado. No obstante, aunque la opinion crucifique inocentes cuando la fiebre de la opinión se cure hagamos que la justicia intervenga. En forma similar, igual que todo cáncer, urge una pronta intervención social de la inteligencia colectiva en Colombia, por fortuna cada vez son menos los feligreses que veneran a este cartel parapolítico nefasto. El cartel parapolitico al igual que los dictadores y corruptos caidos en el Maghreb se creyeron amos del poder supremo, seres de inteligencia superior y poder perpetuo.

Para fortuna para la sociedad civil las redes sociales tienen poder para visionar y ponerle uniforme de prisionero a sus perpetradores, urge visionarlos vencidos por la justicia ante los jueces, urge verlos en estado de contrición en el patíbulo, urge desmovilizarlos (de sus miedos, sus armas y su retorcida linguistica) aunque sea de forma simbólica hasta lograrlo en forma real, en consecuencia surge como canon la necesidad de deponer el emprendimiento criminal-colectivo parapolítico en Colombia, que en ultimas es el eje sobre el cual gira el poder de estos barbaros. No olvidemos esto: Uribe es apenas un agente de tercera categoría, no es secundario, ni es siquiera el principal agente criollo del archí-criminal cartel monetario global. Guardadas las proporciones, Uribe es algo parecido a GW Bush en los EEUU, ambos son un par de bárbaros llenos de odios y ambiciones desmesuradas que los empequeñece más y más, ambos expelen sus hiel a través de su demencial odio a la vida…por ser tan extremistas ambos atemorizan y causan repugnancia a los verdaderos amos del cartel monetario global. Urge concebir que el padecimiento de la patología social colectiva causada por este cartel parapolítico criollo se superará una vez que el proceso de paz esté en manos de la sociedad civil. Habrá intervención democrática justo cuando la paz se hable y se rija por los arbitrios de la civilidad. No por los extremistas armados legales e ilegales de la ultra-derecha o de ultra-izquierda. No por los empresarios que han saqueado a la nación durante décadas cuando los extremistas de izquierda imponían su ley en el monte mientras que los extremistas de ultraderecha (legales e ilegales) asesinaban civiles desarmados y  campesinos en campos y ciudades. No por los agentes y representes criollos del cartel monetario global.  

Corresponde a la civilidad INTERVENIR la patología parapolítica de la cual está contaminada la nación. Urge DEPONER a los perpetradores que agencian la farsa de poder global (lucha de contrarios), que se basa en farsas históricas y globales (teoría de mercados, teoría de crecimiento perpetuo, dinero como deuda,  reserva fraccional…entre otras). Por último, es un imperativo INSTAURAR el poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo basado en una moneda de/por y para la dignidad del ser y la soberanía de los pueblos o soberanía planetaria. Urge rescatar al planeta de los emprendedores criminales que destruyen la vida. 

Suficiente ilustración. Es evidente: el cartel parapolítico es poca cosa y ha de ser puesto a buen recaudo por la justicia, las fuerzas sinérgicas sociales de/por y para una patria nueva, en paz y mirando hacia el liderazgo continental ha de ocuparse de INTERVENIR con inteligencia social colectiva en los grandes fenómenos del siglo XXI de Colombia y la region.