El plebiscito de JM Santo nos plantea a los colombianos el perenne dilema de pacer en el montón o construir nuestra
dignidad e identidad. JM Santos pide "apoyar", mas no pide "aprobar" el plebiscito.
Apoyar es participar. Aprobar es intervenir. Participar-apoyar se hace diciendo "Si o No apoyo" incluso difamando, desinformando e injuriando sin conocer el contenido del acuerdo. "Intervenir-aprobar o no", solo es posible luego de un analisis juicioso del contenido. Participar es un asunto que se hace a toda prisa e Intervenir requiere serenidad. Voluntad. Constancia. Paciencia. Participar busca confundir y fecunda conflictos. Intervenir fecunda la paz y la transparencia. Participar nos hace fiel a
quienes nos han expoliado y destruido. Intervenir nos libera y nos ayuda a ser fiel a nuestra
propia dignidad.
Cabe preguntar: ¿Porque razón mucha gente decide ser fiel a quienes han defenestrado su vida y no a su propio pellejo? cual es la génesis de tan letal habito?
Cabe preguntar: ¿Porque razón mucha gente decide ser fiel a quienes han defenestrado su vida y no a su propio pellejo? cual es la génesis de tan letal habito?
De forma objetiva o subjetiva (con o sin su propósito), al votar Si o No
al plebiscito usted elige según sus preceptos, preceptos que son materia prima de su análisis, analisis que es la base de su participación (acción pasiva), participacion que ha sido moldeada durante
siglos por el doctrinismo ideológico o dogmático haciendo del ser un borrego desprovisto
de capacidad pensante, reducido a ser un simple poderdante, un humano despojado
de su dignidad sometido durante siglos, en tal forma que no es consciente de su
errada percepción, pues al “ver las cosas como somos y no como son” el ser
humano no puede distinguir entre el mito y la realidad.
Es justo
considerar un posible error desde la génesis (percepción), que provoca un
análisis errado, que nos lleva a actuar de forma equivocada, que nos mete en
conflictos y guerras creyendo que nuestra “verdad” es absoluta y única. Es
justo y responsable observar elementos de juicio para tomar una decisión. La génesis cuentas que durante las
últimas 5 décadas la paz, la dignidad, honra y soberanía de los colombianos ha
sido objeto de defenestración por parte de perpetradores atrincherados en esos
doctrinismos y su farsa “lucha de contrarios”. Estos defenestradores no hacen
otra cosa que acomodar sus fuerzas para continuar o alzarse con el poder
político.
Justo es reconocer
que las opciones al plebiscito son opciones de acción dependiente,
participativa y pasiva (Si/ No/ ni Si ni No), en la que la opcion real de los
colombianos es seguir perdiendo frente a los defenestradores tradicionales (JM
Santos, Uribe, Farc, la multi-fragmentada izquierda, los politiqueros
tradicionales). Así las cosas, lo paradójico en la probable solución estriba en
que no es “lo contrario”, como es habitual en la narrativa doctrinaria o
dogmática, dado que lo contrario de la acción
dependiente seria la acción
independiente. Sin embargo, no hay nada independiente en el universo real.
De esa forma vamos
rumbo al escenario de identidad común y dignidad del ser, donde nuevos
paradigmas nos brindan la posibilidad de evolucionar de la guerra a la paz, del
mito a la realidad, de la defenestración a la dignidad del ser y la soberanía
planetaria. Todo ello, sin que haya lugar a la farsa doctrinaria (buenos contra
malos, terroristas contra héroes, comunistas contra capitalistas, demonios
contra dioses o mesías, verdad absoluta contra natura, dependientes contra
independientes…). Entonces, en algún momento habremos llegado a la
Inter-Intra-Trans-dependencia (Morin E,), que prefigura el universo de paz y
armonía social (Semashko Leo), y la armonía fractal (Mandelbroth B) presente en
toda expresión de vida según las ciencias naturales (Emoto Masaru), y la
economía (Taleb Nasim).
Participar es la génesis de
la dependencia, es concederle licencia a los defenestradores tradicionales para
que sigan peleándose por dirigir mi voluntad hacia donde les plazca, y dado que
cada cacique de cada doctrina suele “pilar para su catabre”, de una u otra
forma estos defenestradores suelen neutralizar su oponente. Así que, elegir a
“capullo” es elegir el “barullo”. Elegir a cualquiera de los
defenestradores es perpetuar el conflicto y la defenestración. Elegir a los
politiqueros tradicionales, es seguir preponderando el influjo de la Mafia
Monetaria Global sobre la soberanía de la nación y la dignidad humana. Visto
asi, votar (Si) o (No) es participar-apoyar la destruccion contra los fieles de
ambos bandos por parte de todos los caciques y feudos. En contraste,
Aprobar-Intervenir-Instituir empieza depositando la segunda papeleta, y/o
erigirse haciendo uso del supremo mandato como constituyente primario por
encima de todos los que han defenestrado la dignidad civil, este proceso sigue
construyendo una nacion del tamaño de nuestros sueños.
De hecho, después de 2 siglos de
poder ininterrumpido en Colombia, estos reacios poderes tradicionales no van
aceptar perder su hegemonía. En efecto, elegir la política de las Farc o la multi-fragmentada
izquierda, equivale a tener que soportar la brutal arremetida, delirante,
salvaje y constante de sus opositores o contrarios. La más bestial embestida de
la MMG sucede actualmente en Brasil, en
Venezuela, sucedió a Petro en Bogotá, y no dejara de suceder en Americalatina.
En virtud del cual, nos corresponde intervenir y ponerle punto final a la
injusticia social y que cese la fragmentación de la dignidad humana presente en
la farsa “lucha de contrarios, “que cesen los partidos” decía el libertador
Simón Bolívar, y la única forma es intervenir-elegir el poder de/por
y para el
pueblo eligiendo un modelo social-económico basado en una economía real. No en
farsas, crímenes y especulación.
En adelante, quienes en el pasado
hayan estado involucrados en la defenestración a la dignidad humana y la
soberanía colombiana y del planeta no pueden intervenir en política durante
varios lustros o generaciones por haber ofendido de gran modo la humanidad, tan
solo podrán participar, elegir sin poder ser elegidos. Este último párrafo
podría parecerle muy altivo, pues si considera las dimensiones, el efecto y el
dolo en la ofensa contra la dignidad humana, de seguro concluirá que no lo es.