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domingo, 17 de diciembre de 2017

La primavera samaria: un pueblo resuelto a la paz y la justicia social







A raíz de este video, (testimonio de Albarracín, exparamilitar de las AUC) desde el destierro en Canada, he resuelto escribir unas palabras que  apaciguan un poco la turbulencia de mi sentir por las aflicciones sociales y políticas de mi linda patria chica: Sta Mta.

Siempre manifesté a los amigos de sectores de izquierda que  los paramilitares del Magdalena habían sido los únicos, y los primeros, en denunciar a los parapolíticos y corruptos de  Sta Mta tal como lo hicieron. Alrededor de 1998 predije y advertí a uno de estos paramilitares envueltos en la parapolítica departamental (Adriano Sanchez) que al momento en que los paras empezaran a revelar la verdad de la guerra enseguida Uribe extraditaría, los  traicionaría o los perseguiría, la razón: lavarse las manos como Pilatos y a la vez neutralizar a los paras como testigos que amenazaban a los clanes parapolíticos y corruptos locales con la verdad y la justicia. Tal cual sucedió, los paras de Sta Mta tuvieron el coraje y la gallardía de denunciar a los clanes samarios, además de afrontar las consecuencias de un proceso de paz con los paras y Uribe amasada con corrupción, odio y traición.



Recuerdo que luego de la muerte de mis amigos Morellis, Maduro y otros que sostenían discusiones con Carlos Edo supe que los paramilitares vendrían por mí, al momento que detecté el asedio del DAS contra mi integridad desplegué acciones de contrainteligencia, que al final, salvaron mi vida,  fueron ellos mismos ( DAS y paramilitares) quienes me contaron de los planes de asesinarme que estaban fraguando los paramilitares y un exconcejal de Sta Mta aliado de Hernan Giraldo a fin de apropiarse de propiedades del proyecto que yo dirigía. Luego, después de los fallidos atentados contra mi vida, los paramilitares intentaron persuadirme de hacer parte de sus filas.  De frente y sin temor les dije que no tendrían de mi parte apoyo alguno. Justo entonces tuve que desaparecer de Sta Mta pues sabía que sería objetivo militar de estos.



 Aún tengo razones suficientes para considerar como gran peligro para mi vida a aquel exconcejal parapolítico que robó a sangre y fuego las propiedades de la corporación ECOVIP de Sta Mta de la cual yo era presidente, y que aún este ladrón se niega a devolver a sus víctimas. En ese entonces, no lograron que yo me enfrentara a Carlos Eduardo Caicedo, creyeron que  mis discusiones con Carlos Edo podrían derivar en choques con él, pero nunca supieron que yo mismo pedí a Maduro y a otros amigos evitar confrontaciones abiertas que nos debilitasen como fuerzas democráticas. Me aleje del país dejando atrás una severa ruptura de la izquierda y una enorme desconfianza entre los líderes demócratas de Sta Mta. Carlos Eduardo Caicedo ha arriesgado su vida como un verdadero hombre de ideas transformadoras y necesarias para el cambio social que requiere Colombia.  Cada vez que leo las noticias del asesinato de un líder social se me arruga el corazón, y se me paraliza el deseo de seguir disfrutando de este remanso de paz y tranquilidad a donde el destino me ha traído: Canadá.



Todo lo anterior para decir, que si de construir verdad, justicia social, paz y reconciliación en Colombia se trata, los paramilitares de Sta Mta son más dignos de confianza, apoyo y credibilidad que todos los clanes de corruptos locales y regionales juntos. Hace pocos dias, respecto del rol actual de los exparas, dije a uno de mis amigos demócratas de Sta Mta (Adolfo Bula), que una vez perseguidos, encarcelados, extraditados, asesinados y traicionados, los paras samarios no precisan que les tengamos miedo, odio ni fobia, requieren la mano sincera de los constructores de paz, porque al final de cuentas, en una próxima embestida genocida y criminal contra la democracia y los líderes sociales, ellos también serán blanco de las balas asesinas del poder parapolítico corruptor, el cual subyace intacto e impune. Que ellos no solo han hecho su aporte desinteresado a revelar y desenmascarar a los clanes corruptos de Sta Mta y el Magdalena, ellos aun creen en la paz y también son victimas de Uribe y los mercaderes de la guerra. A ellos debemos reconocer la valentía de no dejar en el olvido y las sombras las verdades históricas de nuestra realidad criminal y corruptora en Sta Mta, mal o patología que ha condenado a la nación a vivir en la ignorancia a las sombras del genocidio, las perennes guerras y el imperio de los hampones de cuello blanco.

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