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jueves, 28 de marzo de 2013

La táctica del flirteo entre contrarios o validación del oponente en el dialogo de paz entre FARC y gobierno colombiano.


En el proceso de diálogos FARC-Gobierno de Colombia, versión JM Santos 2013, el grupo insurgente enuncia sus reticencias a las posiciones de la contraparte, de hecho, uno y otro postulado, las FARC-EP y gobierno Nacional, no evidencian que haya nada diferente desde que tiene lugar la lucha de contrarios en el mundo. Según las FARC: “No es para nada realista pretender que las conversaciones entre gobierno e insurgencia, para poner fin al conflicto y sentar las bases de una paz estable, no toquen para nada el modelo económico”. Sostienen además que es:  “cínica e irreal” la propuesta del Gobierno y advierte que este panorama no permite sentar las bases de una verdadera paz estable y duradera.

Del otro lado, los guerreristas de ultraderecha nacional, representados en Uribe y Pastrana fuera del gobierno, o en el ministro de defensa quien se erige ministro de, por y para perpetuar la guerra en Colombia, le imparten órdenes a las FARC para que cesen los ataque a la infraestructura  petrolera, para que se dejen matar como es debido y sin chistar, para que se dejen desprestigiar y masacrar dulcemente, al tiempo que denuncia cada hostigamiento de  la guerrilla, y al unisono de tan candida postura, el gobierno de JM Santos manifiesta cínicamente que no está de acuerdo en que haya un acuerdo bilateral de cese al fuego.

Pedirle peras al olmo es ya una estrategia habitual de desgaste que las contrapartes ensayan con el fin de, quizás, desacreditar o sacarle ventajas a sus adversarios respecto del nivel de aceptación popular. Es evidente que dicha estrategia tiene sus réditos para una de las partes, o al menos para la parte que tiene la iniciativa respectiva; tal es el caso del cese unilateral por parte de las FARC, fue en Diciembre del 2012 las FARC propusieron a tregua bilateral pero el gobierno de Santos cometió la torpeza de negarse a ello, las FARC decidieron un cese unilateral de acciones militares, y santos rechazo la oferta quizás por no quedar como gregario de la iniciativa insurgente; tal negativa dejó mal parado al gobierno de Santos ante la comunidad internacional porque ningún gobierno democrático entiende que sea la guerrilla quien tenga la iniciativa de detener la ofensiva armada, que el gobierno se encargue de arreciar sus ataques en pleno proceso de diálogos mientras que la guerrilla no deja de cobrar impuestos de guerra y reducir ostensiblemente el potencial energético y petrolero en todo el país.

Dicho en pocas palabras, los países que ya han vivido guerras más profundas, o experimentado periodos de paz y armonía, no se tragan el cuento de que las FARC sean tan débiles como dicen algunos bravucones mercaderistas, la corporación nuevo arco Iris demostró que la FARC nunca estuvieron tan  acabadas como Uribe vociferaba. El contraste, sale a relucir por parte del gobierno colombiano, que los índices de explotación petrolera colombiana dependen mucho del accionar de las FARC, son tan torpes los argumentos oficiales que en su afán de acusar a los contrarios de toda barbarie el gobierno colombiano se excusa de no poder producir la cantidad de barriles de petróleo  a causa de lo que denomina el “terrorismo” de las FARC.

Es la lucha de contrarios, y su fragor doctrinario, lo que lleva a la gente de un extremo a otro, de una a otra orilla doctrinaria o idealista, ora guerrerista, ora pacifista, desde donde se suscitan casos curiosos e inverosímiles de esa patología de altivez o triunfalismo ante los posibles acuerdos de paz.  Del lado de las FARC-EP, es inexplicable el hecho de porque la insurgencia no enfilan sus energías a proponerse como alternativa política o de gobierno sino que se devanan los sesos pidiéndoles al gobierno, sus históricos contrarios, que cambien sus modelo económico, eso es ni más ni menos que pedirles a los mercaderistas que cambien su estilo de vida: que perfeccionen su estilo predador, que renuncien a sus placeres históricos, su forma de explotar la nación, de hacer la corrupción, de sobreponer los intereses mercaderistas por encima de la soberanía nacional tanto como por encima de la dignidad de los civiles.

En definitiva, en ambos casos (en las posiciones de las FARC y las del gobierno Nacional) es patológico este asunto de creerse el jefe de una verdad suprema, al grado de pedirle cosas inverosímiles al contrario.  En uno y otro régimen de ideas prefiguradas contrarias, tan contrarias que no dejan resquicios para descubrirse complementarias, ni los mercaderistas que han  expoliado a Colombia van a dejar de serlo por la sola petición de las FARC (eso de tocar el tema del modelo económico y pensar en opciones diferentes no es algo que le interese a los mercaderistas en el poder desde siempre); ni tampoco las FARC van a dejar de darles golpes militares a sus enemigos hasta lograr un cese al fuego bilateral como vienen haciéndolo para obtener ventajas comparativas.

Todo esto nos recuerda que eso de pedirles peras al olmo quizás tenga cosas positivas, tales como un raro sentimiento de mutuo respeto, porque deviene un flirteo de franca lid útil para para validar más que para descreditar al oponente, para elogiarlo más que para demeritarlo y para engrandecerlo más que para empequeñecerlo: es la hidalguía del guerrero sensato versus la sed de sangre del bárbaro criminal. Si es así, no es del todo negativo que las FARC y el gobierno de JM Santos le sigan pidiendo peras al olmo.

Ya en el terreno de las competencias políticas de cada postulado, mucha gente no entiende por qué las FARC no se atreven a exponer propuestas democráticas alternativas al modelo predador, nada parece explicar las razones que tienen las FARC para pedirle peras al olmo, otorgándoles la creencia a los extremistas contrarios, a propios y extraños de que en materia política las FARC-EP no se sienten con poder para intervenir la patología glocal-global de nuestra nación en materia política, seria interesante que se dedicaran a cultivar opciones democraticas innovadoras. Así mismo, en lo que corresponde a la postura de la contraparte, nada indica que los mercaderistas vayan a abandonar el sistema Neofascista predador ni  abandonar la convicción de estar ad-portas para doblegar la amenaza armada mayúscula de las FARC.

La paz bajo creencias de ganancia absoluta de una parte y perdida para la otra parte,  es justo ese tautológico y fatídico momento de éxtasisde poder supremo (como ha sucedido en  los intentos de paz fallidos entre FARC-EP y gobierno nacional en el pasado), instantes en el que a menudo el corporativismo global se cree la parte ganadora los mercaderistas criollos creen que en adelante todo monopolio de poder es pan comido, como peluquear a un calvo.Quizas en esta ocasion, creeran que será fácil perpetuar su sistema predador, creerán que han encontrado el nirvana, paraíso ideal para perpetuar la defenestración global-glocal en materia económica (profundizando la deuda pública nacional, el mercaderismo sobre el Estado, la doctrina de Shock, el corporativismo y los mercados del dinero-deuda); creerán que será fácil perpetuar su orden en  materia de seguridad (acentuando la guerra contra cualquier entelequia: drogas, delincuencia, paramilitares) y ofreciendo servicios de segurida a quienes se sienten huerfanos de dignida); creerán fácil aquello de controlar desde la mass-media todo en materia de información (profundizando  sus tesis de  verdad suprema e inteligencia superior). Si han sostenido su aparato barbaro con guerrillas a bordo quizas nada les impida hacerlo sin la existencia de esa amenaza.

En contravia del fenomeno colombiano, en el caso del regente gobierno Bolivariano de Venezuela la altivez corporativista es amenazada de pasar al extremo opuesto (los intereses del Estado sobre el corporativismo), aun así los barbaros del corporativismo siguen convencidos que tienen más poder que el mismo Estado Bolivariano y no cesaran en pretender deponer el legítimo poder regente en cualquier país de Americalatina; en el caso de Venezuela los corporativistas creían que si el líder Chavez desaparecía la anarquía cundiría, igual que sucede en los casos de las facciones, sectas y etnias musulmanes: pero en americalatina una y otra vez los mercaderistas ignoran el potencial sinérgico de la cultura latinoamericana y subestimaron el efecto contrario a lo esperado en venezuela.


Las tácticas o estilos pacificadores de los mercaderistas Uribe, Pastrana y JM Santos.

Los dos alfiles de la ultraderecha en Colombia Alvaro Uribe y Andrés Pastrana de nuevo se van lanza en ristre contra la sociedad civil colombiana, cualquier lego puede creer que es un asunto contra opuestos pero no, es contra toda la civilidad: contra el indefenso, la clase media y baja, el estudiante, el obrero, el desinformado, el civil de a pie.

La común habilidad de estos dos alfiles del mercaderismo criollo es la actitud guerrerista  con el estilo personal de cada uno. De un lado, está el estilo solapado, frio, calculado y enfilado por la vía económico-financiera de Pastrana, y del otro lado, el estilo arrabalero de Uribe, sociópata frentero y de accionar instantáneo, enfilado por la vía de la confrontación directa, la violencia y  la guerra como artilugio de miedo-seguridad para someter al civil de forma brutal a una doctrina de shock económico o shock violento sin ambages.

Estos dos mercaderistas criollos, alfiles de la supra-mafia financiera global, benefactores sempiternos de los negocios que agencian la defenestración global, imbricada en la destrucción de la soberanía colombiana, inherente a la destrucción de la dignidad civil de los colombianos, tienen razones históricas, monetarias y patológicas para no estar interesados en otro asunto distinto que perpetuar la guerra en Colombia.

El primero, Pastrana, recordemos que desde 1972, el entonces  presidente Misael Pastrana (Padre) introdujo el mayor monstruo del corporativismo en Colombia: el sistema UPAC, que justo durante el periodo presidencial de Andrés Pastrana (1998-2002) se transformaría en UVR, sistema que confirió a los mercaderistas criollos mayores riquezas pero a las mayorías nacionales les dejaría más penurias. A todas luces, los Pastrana y los sectores corporativos que representan son extremistas de derecha que defienden sus intereses mercaderistas  en Colombia;  es tal la altivez de los mercaderistas del sector financiero que Pastrana le advierte en tono amenazante al actual presidente JM santos que él ( Santos) no tiene un mandato para la paz ni se votó por él para eso ( hacer la paz con las FARC): tacita desautorización de quienes son fieles a la doctrina de shock económico-financiero de que habla Naomi Klein. El negocio es la guerra.

En cuanto al segundo, Alvaro Uribe, no hace más que huir hacia adelante y escapar a un futuro encarcelado, ataca a quien ose desobedecer sus directrices y desatender sus intereses, llama apologista del terrorismo a Enrique Santos, hermano de JM Santos argumentando que el presidente ofrece impunidad y descuida la seguridad.

Esa trinadera desajustada y bravucona de Uribe no es más que pánico desbordante; de hecho, tal parece que Uribe homologa a diario la terrible pesadilla que vive Fujimori y esos avatares no lo dejan dormir tranquilo, nadie más que él sabe todo sobre el calvario que le aguarda a los pseudo-tiranos de su estirpe. Uribe vive su día a día tras los planes de enterrar en la impunidad los crímenes que sucedieron durante su gestión como presidente y que poco a poco llevan a la hecatombe a todo cuanto él representa: a los actores parapolíticos, a los actores paramilitares, a los mercaderistas que financiaron la guerra y el asesinato de líderes sociales o servidores públicos (falsos positivos), a los mercaderistas y corporativistas que financiaron la farsa de la guerra contra las drogas para sustentar  3 mercados vitales: los mercados de la drogas, los mercados financieros y los mercado de las armas.

Los dos alfiles, Uribe y Pastrana, son caras de una misma moneda: es el reino del corporativismo predominando sobre la soberanía de las naciones y destruyendo la dignidad de  gentes. Por fortuna para la sociedad colombiana, ambos alfiles han demostrado que no son los gregarios más idoneos para contener los espíritus de poder popular que recorre las venas de americalatina.

El alfil mercaderista Álvaro Uribe ha demostrado excelente servidumbre al corporativismo pero es una bomba de tiempo, desueta, sin  brújula ni probable control, sin capacidad de comprender la agonía de la supremacía corporativista global, por tanto,  para el corporativismo Uribe es importante pero también es un orate de mucho cuidado porque es capaz de poner en riesgo la continuidad del poder neofascista en Colombia y la región. La supramafia corporativista lo sabe: la paz de los sepulcros, propias de la táctica Uribista, es una horda salvaje que tiene tanto de bárbaro como de azar, puesto que aunque tengan sobrado optimismo frente a las secuelas favorables que les dejaron los parapolíticos, resultado del éxito paramilitar en Colombia, nada indica que los mercaderistas tengan servido la impunidad y el poder perpetuo en nuestro país.

Por su parte, el alfil mercaderista Andrés Pastrana ha demostrado excelente servidumbre al corporativismo pero aun soporta la burla soberana que protagonizó en el Caguan, drama descomunal que tiene argumentos de sobra para que Pastrana se relaje cuando de tratados de paz se hable: con su taciturna posición ante unas FARC que venían de propinarle golpes paralizantes  al mercaderismo criollo, la actitud de Pastrana le puso la piel de gallina al corporativismo con intereses en Colombia, a tal grado, que los amos del corporativismo (la banca mundial) fueron directamente a hablar con Tirofijo para persuadirlos de negociar la paz bajo la impronta de las tácticas corporativista globales y las mercaderistas de Pastrana.

Entre tanto, el apaciguador JM Santos no es que esté a favor de los pobres, ni contra el Neoliberalismo-Neofascismo, ni que propugne porque el corporativismo vaya a cederle espacios al poder popular. No en absoluto. JM Santos, al igual que la supremacía corporativista, es consciente que hace pocos años las FARC se mostraban altivas y con un poderío militar delirante ante Pastrana, circunstancias ante lo cual el corporativismo supremo global reaccionó de manera contundente (no fue Uribe ni los mercaderistas criollos por si solos como creen los feligreses), fue el mismo aparato de guerra global que financió, destruyó y que ha expoliado a Afganistán, a Iraq, el Magreb y Siria quienes arremetieron con gran ferocidad en Colombia, esta vez en nombre de la lucha antidrogas, hasta mermar la arrogancia de las FARC. Fue este andamiaje de guerra el que desbordó  el frenesí paramilitar y el poder parapolítico en torno al mercaderismo que Uribe representa.  JM Santos tan solo ha sido el hilo conductor desde Pastrana a Uribe y de Uribe hasta la fecha.

A la luz de todo lo anterior, la posición de Santos es apenas una táctica diferente a los estilos fallidos de Pastrana y Uribe, ello combina una estratagema oportuna que busca doblegar políticamente a una organización insurgente que amenaza seriamente los intereses globales-glocales de la supremacía Neofascista mundial, y si aún las fuerzas políticas insurgentes insisten en la lucha de contrarios o esgrimen propuestas corporativistas o comunistas, también harán lo mismo que los mercaderistas: destruir a la sociedad civil que dicen defender.

Santos no es el evangelizador de la paz que vaya a traerle dignidad a las gruesas penurias de la sociedad civil colombiana pero no es un orate desabordado de odios ni un incauto investido de poderío supremo; Santos no va a arremeter contra el corporativismo ni va a ser aliado del comunismo; no dejará de ser fiel al mercaderismo sino que está creando las bases para perpetuar el sistema predador global-glocal. En consecuencia, lo que diferencia a JM Santos de Uribe y Pastrana es algo simple: el estilo, o sea, la táctica para torcerle el cuello a la sociedad civil haciéndoles creer a todos que se trata de derrotar en franca lid a supuestos contrarios. Así de sencillo.

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