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viernes, 1 de julio de 2016

El “tu a tu” entre terroristas (de la guerrilla, de la parapolítica, de la mafia global y Popeye)


Ahora, en pleno siglo XXI en Colombia se vive la efervescencia de la ascensión al poder por la vía de la trocha, asistimos a un revoltillo de delincuencia, religión y política que quizás hace reflexionar y desestimular a los jóvenes para participar en política, quienes con o sin razón se preguntan: “¿Porque Popeye no puede ser senador si Uribe y muchos delincuentes lo son, y además los líderes de las FARC aspiran a serlo?”  He aquí en esta baraúnda (de aspirantes al poder político) a los terroristas parapolíticos en ejercicio del delito y la impunidad, exdelincuentes como Popeye, exguerrilleros de todas las filiaciones, líderes religiosos de todas las sectas desde creyentes y satanistas hasta ateos.

Quizás Popeye creyó que solo era cuestión de transar un precio, dar un discurso y salir elegido. Lo que no sospechaba Popeye era que eso de haberse declarado ultraderechista seria letal, y lo que él sí sabe, eso creo, es que intentar asomarse a otro sector político diferente al para-uribismo hubiese sido peor o suicida pues lo rechazarian, y dado que, frente a zorros de la politiqueria, y aun mas ante Uribe, su astucia es amenaza aunque "los puercos se buscan para rascarse", es evidente que los uribistas consideran a Popeye un delincuentes muy cochino e indigno de ser fiel de su parroquia.  La ironía trágica es la trama del drama en la comedia de Popeye, pues declararse ultraderechista no lo hace atractivo para los delincuentes parapolíticos de fino pelambre, quienes temen tanto a su prontuario como a su artillería de adjetivos o verborrea paisa capaz de amedrentar al supremo Uribe, para que otro mesias si ya tienen uno?... Uribe es verdad suprema de la extrema derecha y mercaderístas de Colombia,  patrón de los parapolíticos y para-militares criollos.

El culto al hampa inoculado en la Tvnovela mafiosa nos ha dejado una adiccion y veneracion al crimen. Elegir criminales y delincuentes en el poder politico no es nuevo en Colombia.  Así, alias Popeye irrumpe en la opinión publica colombiana con su particular elocuencia, la avalancha de vistas de sus videos lo han convertido en un youtuber renombrado a nivel internacional. El léxico frentero y altivo de Popeye es un fenómeno social que despierta curiosidad y discusiones en todas las clases sociales, además de odios y temores en la clase política tradicional. Estamos pues frente al “Síndrome Popeye”, donde la exuberancia irracional exalta a un ex-delincuente que reclama sus derechos después de pagar cárcel por sus crímenes, pero a Popeye lo rechazan con odio los cínicos corruptos y delincuentes que actualmente gobiernan gozando de impunidad, y también, lo rechazan con celo los ex guerrilleros de las FARC y de otras organizaciones que aspiran gobernar a Colombia.

El índice Popeye de la inserción criminal en la política colombiana.

Tomemos como referencia la cantidad de muertes de civiles y/o combatientes causados por los distintos terroristas o actores armados, delincuentes, autores intelectuales o parapolíticos durante la guerra o conflicto colombiano. El punto de inflexión es el postulado o credo de honestidad de alias Popeye, quien osa asumir la responsabilidad individual de 3.000 muertos en promedio, con lo cual Popeye nos aporta un Índice estándar para identificar actores armados de la guerra o conflicto Colombiano, de corruptos o delincuentes que desean hacer carrera política sin esclarecer la verdad, ya que contrario a Popeye, quienes han sido elegidos o planean ser elegidos en el poder político colombiano no han tenido en cuenta en lo más mínimo la verdad histórica de los crímenes del terrorismo, ni la reparación ni tampoco reconciliación con los demás actores del conflicto. Denominaremos entonces como "índice Popeye" al nivel criminal alcanzado por los diferentes actores del conflicto que aspiran al poder político en Colombia:
  •       El índice terrorista Stalin, ultraizquierdista, guerrillas e izquierda armada: contempla una temporada de crímenes que van de 100 a 1.000 asesinatos en un periodo de 1-5 años. 
  •          El índice terrorista Pablo Escobar, o índice Popeye que contempla una temporada de crímenes que van de 1.000 a 3000 asesinatos en un periodo de 1-5 años. 
  •      El índice Alvaraco, paramilitares Ultraderechistas Uribistas: contempla una temporada de crímenes que van de 3.000 a 10.000 asesinatos en un periodo de 1-5 años.
  •          El índice terrorista mercaderísta MMG (Mafia Monetaria Global), concierto criminal entre paramilitares Ultraderechistas, parapolíticos, mercaderístas criollos, corporaciones y la MMG. Esta pandilla mafiosa contempla todos los crímenes o muertes provocadas por la corrupción o robo al erario público (deficiencia de servicios de salud, inasistencia alimentaria o muertos de infantes por hambre y desnutrición); muertes por violencia de fuerza pública o privada, etc, donde una temporada de crímenes van de 10.000 a 100.000 asesinatos en un periodo de 1-5 años. Clic en Max-Neef quien puede explicar mejor este indice.


Excepto Popeye, quizás los miembros de las doctrinas, dogmas, partidos o grupos afines a los anteriores actores del conflicto y la guerra en Colombia se sentirán ofendidos por el rango arbitrario que le corresponde en la anterior lista: esas personas sufren la patología que hemos dado a llamar: síndrome Popeye. El síndrome Popeye consiste en admirar o venerar autores criminales o delincuentes (del presente o del pasado) pretendiendo a la vez ejercer liderazgo político. Exceptuamos a Popeye porque no esconde sus muertos, mientras que el político corrupto con el síndrome Popeye los esconde; el ex-sicario manifiesta su intención de gobernar para reparar los daños que le hizo a la sociedad, pero los políticos corruptos elegidos aúnan fuerzas para impedirle a Popeye ser su camarada político, además se niegan a revelar la verdad a fin de evitar sanar las heridas del conflicto colombiano.

 De modo que, sea cual fuere la cantidad de muertos que cargan los actores armados en Colombia, juntos o separados, por gavillas o a título individual, de frente o a sus espaldas; crímenes impunes, “legalizados” o legitimados, de todos modos, es justo que la sociedad civil valore la vida humana más allá de las sádicas cifras del crimen. De hecho, justo es tener conciencia colectiva en el sentido de que una sola victima asesinada (o todos en su conjunto) son crímenes que defenestran al ser, y que para sanar las heridas las victimas necesitan las verdades, las que en tiempos postreros y de paz valen más que todos los crímenes de los actores armados.

El síndrome Popeye deviene entonces patología social-política, empresa de extracción delincuencial que otorgó a los Uribistas el poder parapolítico-paramilitar y político durante 8 años en Colombia, quienes propugnan por gobernar de nuevo, pero temen y odian al único lugarteniente de Escobar, todo ello por considerar que Pablito era sensible a los guerrilleros, enemigo de Castaño y enemigo crítico de Álvaro Uribe mientras que Popeye ha sido considerado peligroso, digno de desconfianza y un firme y eterno borrego del temerario Pablo Escobar. En tal sentido, este síndrome obliga a los afectados por esa patología (corruptos parapolíticos) a excluir a Popeye de toda posibilidad de aspiración política. De ese modo, los mercaderístas y el cartel parapolitico Colombiano le dejan claro al mundo que su botín (tierras y bienes saqueados a sus victimas), su altivez y ego valen más que la verdad, y que la verdad vale menos que sus crímenes, que por ostentar poder sus supuestas verdades valen mas que las verdades de Popeye o las de cualquier víctima del conflicto en Colombia. Es evidente que a los altivos parapolíticos les importa un pepino que Popeye reclame y divulgue millones de veces su manifiesta intención de ser ídolo, icono y parte del gran cartel terrorista y parapolítico Uribista.

 De la guerra belica a la guerra para-politica y sociocultural.


Es ineludible que los actores armados y politicos tradicionales que aspiran el poder politico pretenden dejar a nuestro país sin opción de elegir, dejar al elector sin la dignidad de su ser ni la soberanía de su nación. El eje de cada doctrina es su verdad suprema, donde sus fieles replican la guerra de sus posiciones para-politicas o su concepcion socio-cultural de lo que quieren como sociedad. No hay opción para dignignificar al ser cuando la única opción es elegir a los mismos actores de la guerra y del conflicto armado en Colombia. Todos contra el pueblo parece ser la consigna de los poderosos. Ahora bien, odiar o venerar la cultura mafiosa es renunciar a intervenir-deponer esa patologia, o peor, es padecer los efectos del delincuencial “síndrome Popeye”. No sobra decir que en ese estado se eligen victimarios quienes sobreponen sus intereses a los intereses de las víctimas y la sociedad civil.

 Es el momento de no elegir la guerra para Colombia, pues elegir actores de la guerra es elegir la prolongación de la guerra en terrenos aún más peligrosos: en el terreno social-político-cultural. Es el momento de no elegir actores armados ni corruptos, ni mercaderístas ni sirvientes de la mafia monetaria global. 

Todos los delincuentes que estuvieron en la guerra y/o fueron actores del conflicto armado en Colombia son terroristas, todos cometieron crímenes. Conforme a las leyes y la moral regente, todos tienen posibilidades de ser elegidos (excepto Popeye y otros que cometieron delitos dolosos o similares) los actores armados de la guerra (guerrilla y paramilitares) los cobija las disposiciones legales y legislación sobre delitos políticos y conexos. Aunque Popeye intenta poner en su mismo nivel criminal y delincuencia a paracos, guerrillas y parapolíticos no podra lograrlo. Sin embargo, deja abierta la reflexión a la sociedad colombiana: ¿Debemos elegirlos actores armados o no elegir ninguno?

Lo cierto es que quizás muchos líderes de la guerrilla estén bien preparados para construir la paz en nuestra nación, para gobernar y legislar. Quien no está preparada es nuestra fraccionada, enajenada, adoctrinada y fanática sociedad civil. La cultura mafiosa ha dejado su legado extremista, y eso sería tan peligroso como si los nuevos líderes políticos no supiesen gobernar, fatal como no sanar las heridas; letal como ignorar el fanatismo y la enejenacion mental de los fieles ultraderechistas y ultraizquierdistas. Torpe como no percibir que la la guerra belica y las estrategias, tecnicas y tacticas militares se han trasladado a los escenarios civiles, y que han estado presente en el esquema parapolitico inherente al ambito sociocultural. No olviden, la ultraderecha más astuta y criminal en el mundo es la mafia parapolítica colombiana...y quien dijo que los de la ultraizquierda son perita en dulce?

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